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EL CÁNCER DE PIEL SÍ EXISTE


Cada día está lleno de aprendizajes, en cualquier lugar, y a cualquier hora. Aprendemos inclusive con desconocidos, que de una u otra forma nos enseñan algo nuevo, o nos recuerdan el valor de algo que ya sabemos. Hace unos días, alguien me recordó, sin quererlo, por qué es importante entender que la salud, va mucho más allá de dolores, revisiones, cirugías y medicamentos: es saber qué puede amenazarla y cómo podemos cuidarnos al respecto.

El otro día en la peluquería, mientras esperaba ser atendida, vi a una señora muy bonita, elegante y elocuente, que definitivamente llamaba la atención por su manera de conversar sobre temas de actualidad. Nos tenía cautivados a los pocos que estábamos esperando nuestro turno, o al menos esa era mi percepción. Cuando fue el momento de que me hicieran pasar a la silla, el estilista me llamó por mi profesión diciendo: “a ver, le toca ahora a la doctora”, y mientras me sentaba, escuché que discretamente, aquella señora le preguntaba sobre quién era yo.

“Es dermatóloga” respondió el estilista, agregándole sobre mi especialidad en cáncer de piel y el tipo de cirugía que realizo para tales afecciones. La señora, al escuchar esto respondió con múltiples preguntas llenas de sorpresa: “¿Cáncer de piel? ¿Y es que eso amerita que lo traten? ¿Acaso eso es grave?

La sorpresa también fue mía, al recordar que sin importar el estrato socioeconómico y la gravedad de algunas alteraciones de la salud que parecen ser de conocimiento general, existen muchas dudas todavía respecto a enfermedades que pueden ser más comunes de lo que creemos, en este caso el cáncer de piel.

“Sí”, le conteste, argumentándole que existen múltiples formas de cáncer de piel, y que efectivamente necesitan un manejo adecuado para evitar complicaciones y resultados negativos. Ella me miró como si hubiera descubierto algo que realmente necesitaba saber, luego en silencio miró sus hombros detalladamente y no dijo más palabras. Yo mientras tanto, veía cómo lo que le había dicho, generaba en ella un interés repentino con un poco de preocupación.

Lentamente, se retiró el saco que traía puesto, se me acercó apuntando con su dedo algo del brazo y me preguntó: “¿o sea que de esto me preocupo? Y si, allí estaba un muy probable cáncer de piel, en la señora bonita, elegante y elocuente. Esta experiencia me recordó que los aprendizajes no tienen tiempos, espacios o personas: ambas aprendimos algo, sin conocernos, sin planearlo y en el lugar menos esperado. Yo entendí que todavía existe mucho desconocimiento respecto a esta enfermedad, y ella aprendió lo vital que es revisarse, consultar y entender que el cáncer de piel sí existe, que nos puede dar a todos y ser muy grave si no se busca ayuda a tiempo.

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